domingo, 10 de agosto de 2008

Ayer nomás Sanyu cantaba canciones de Silvio,
los robabas boinas a libros de Neruda y,
el Martín y yo moríamos en un mano a mano de ginebra
en algún viernes de guitarreadas en el club.
La cuidad era una rayuela de Cortázar,
que empezaba en el Parque de Mayo y terminaba
en los mates de madre en casa de los Varela.
Aprendíamos que la vida es una moneda de buenos amigos,
de tibios momentos,
donde carga las pilas de los sueños y escondemos
los ojos de la soledad.
Daniel Omar Martinez.

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